Impresionismo
El impresionismo fue un movimiento artístico importante que se originó en Francia en la década de 1870. Definir el impresionismo es difícil, porque sus características son similares a las de otros movimientos que florecieron aproximadamente en la misma época. En general, el impresionismo prestó extrema atención a los efectos transitorios de la luz y la atmósfera. Este movimiento se caracteriza por un estilo naturalista, de corta duración y pinceladas sueltas que transmiten la sensación del momento en que se observa la vista que se está pintando (de ahí su nombre); no se preocupan por los detalles o los contornos claros. Los artistas impresionistas tenían un conjunto de objetivos muy específicos, y uno de ellos era cambiar los estándares por los que se valoraban las obras de arte. Los impresionistas vieron sus pinturas como meras expresiones visuales de la energía en la naturaleza que han experimentado. Querían que sus espectadores sintieran que participaron en la creación de tales obras. Los impresionistas estaban más preocupados por la simplificación de las relaciones de valor y los colores que por las representaciones detalladas y naturalistas. La simplificación de la línea y el color se puede encontrar en muchas pinturas de Monet, Manet y Renoir. Los impresionistas también intentaron dar a su trabajo un sentido de inmediatez y espontaneidad. No querían que sus pinturas parecieran artificiales o premeditadas, por lo que buscaban que el espectador sintiera que estaba realmente en presencia del sujeto que se estaba representando.